Han pasado casi seis años desde “Salto al color”; seis años en los que nos hemos desesperado y les hemos desesperado pidiéndoles continuamente nueva música. Pero si algo han defendido siempre Eva y Juan ha sido su deseo de hacer siempre lo que sienten, cuando lo sienten y como lo sienten, y ahora viéndolo en perspectiva, qué suerte tenemos de que no se dejen arrastrar por la inmediatez y efimeridad de esta trituradora en que estamos convirtiendo la música y el modo de consumirla.
Ése es precisamente el concepto de “Dolce Vita”: un canto a la libertad, a no reprimir los pensamientos, a la contemplación de la belleza de la vida en un mundo que se presenta a veces demasiado oscuro; a su fugacidad y la simplicidad de las preocupaciones mortales en una naturaleza que no se detiene y en la que debe primar la búsqueda de lo esencial, de nuestro refugio; de ese lugar que llamamos “Dolce Vita”.
LIBRES DE VIVIR
Me suele ocurrir algo con todos los discos de
Amaral y que creo que es bastante indicativo de la belleza y sensibilidad
contenida en ellos, y es que en todos y cada uno he encontrado esa canción que
me hace llorar (y cuando digo llorar no me refiero a emocionarme, sino a que me
caigan las lágrimas de la cara y me pongan la camiseta como un cartucho de
adobo) desde la primerísima escucha. Pues en este álbum hay dos: La primera fue
“Libre”, quizás la canción más experimental y diferente del disco, que
me emocionó desde aquellos primeros adelantos. Una canción con una introducción
instrumental y sonidos aflamencados que se presenta como la apertura perfecta,
ejemplo y síntesis más que apropiados de lo que vamos a encontrar en este
disco: Un canto a la libertad, de composición y de vivir, a la búsqueda de lo
que de verdad importa y a saber dejar ir lo que no vale la pena para sentirnos
de verdad libres. La otra que me emocionó y rompió el alma fue “Podría Haber
Sido Yo”: Unos arpegios y punteos bellísimos que parecen hacer llorar a la
guitarra, acompañados de una letra increíble cargada de rabia y dolor, forman
un precioso homenaje al compositor chileno Víctor Jara, en el que Juan y Eva se
ponen en su piel, recordándonos la sinrazón de los regímenes dictatoriales en
los que no hay lugar para la belleza, la empatía o la tolerancia, para que se
rompa ese silencio de cristal y esas historias no se olviden ni esas voces se
apaguen.
TAL COMO SON AMARAL
En un disco muy experimental, innovador y con
sonidos más arriesgados, “Tal Como Soy” vuelve un poco a la esencia:
Inspirada en aquella merecidísima medalla de las Bellas Artes, es la que tiene
más presente el clásico “sonido Amaral” de finales de los 2000, llegando
incluso a recordar un poco a “Tarde de domingo rara”. Continúo con “Eso Que Te Vuela La Cabeza” por seguir esa línea del “sonido Amaral” del que
ellos intentan escapar pero que muchos seguidores se niegan a soltar: este
álbum tiene material de sobra para contentar a todos.
“El En Centro De Un Tornado” es una de mis favoritas: Unos arreglos
maravillosos y una letra que cuenta con crudeza cuatro historias de
desesperación: una víctima de la guerra antes de morir fusilado, una niña que
sufre acoso escolar, una familia a la que les llega el deshaucio en su momento
más vulnerable y la pobreza y dureza de la infancia de la postguerra
personificada por el padre de Eva. Estas cuatro historias se presentan unidas
por un nexo común: el sentimiento de indefensión ante la crueldad de la vida
contenido en un símil increíble: el de un gorrión volando en el centro de un
tornado. Mi abuela, nacida en 1927 y a quien perdí recientemente, me contaba
historias parecidas a las que el padre de Eva debió contarle a ella, por lo que
esta canción me remueve mucho y tendrá siempre para mí un significado especial.
En este conjunto quiero
incluir “Pájaros”. El canto de
los pájaros en medio de la naturaleza abre y cierra esta maravillosa canción
que recupera un concepto muy presente en este disco: la fugacidad y equilibrio
de la vida, tan simples dentro de la complejidad del universo, como el vuelo de
un pájaro. Quiero destacar, por si nos leen Eva y Juan, que han tenido a todo
el país buscando en Google Imágenes de oropéndolas doradas, volviendo a esos
Amaral de “palabras raras como mercurio” que ya despuntaban desde el principio
de los tiempos. Y como esta gente no da puntada sin hilo, quiero comentar la
absoluta genialidad (por no usar una expresión tuitera que sonaría un poco
peor) de abrir el álbum con “Libre” y cerrarlo con “Pájaros”, la imagen más
pura y verdadera de la libertad.
UNA NUEVA TENDENCIA
También está muy presente el sonido Amaral en “Ahí
Estás”, una canción que es pura poesía con un ritmo de guitarras en las
estrofas que han transformado la canción que ya conocíamos en algo
verdaderamente mágico, y que nos introduce lo que en mi opinión es uno de los
(muchos) puntos distintivos del disco: Finales potentes que no se ven venir
y dan un giro de 180º a canciones que eran ya absolutamente perfectas,
haciéndolas incluso mejor y dejando al oyente boquiabierto. Este giro final lo
descubrimos por primera vez en “Ahí Estás” cuando alcanza su estribillo final,
punto álgido de la canción, y se repite en “No Lo Entiendo”, con ese
naravilloso punteo final que rompe el ritmo sostenido que puede recordar un
poco a “Van como locos” pero dejando claro que aquí no hemos venido a hacer lo
mismo; estamos ante el álbum más experimental y con más riqueza de sonidos de
la ya impecable carrera de Amaral.
“Viernes Santo” es
un híbrido entre el “sonido Amaral” (muchos nos hemos acordado de “Cabecita
Loca”) y esta nueva tendencia a dar un giro y marcarse un final apoteósico,
cuando el minuto 2.38 rompe con unas guitarras melódicas, la combinación de
unas percusiones contundentes y bien sostenidas y unos riffs enérgicos como
sólo Juan sabe tirarlos.
“La Unidad Del Dolor” es magistral en cuanto a composición, ya que la música es cambiante
para transmitir lo que la letra cuenta en cada momento: El tono lúgubre de las
estrofas representando la ansiedad, el dolor y la depresión, en contraste con
la rotundidad de esos estribillos que no se ven venir, como esos inesperados
momentos de felicidad (el olor de los naranjos, una copa de vino), que dan
sentido a todo y nos mantienen a flote cuando los tiempos se vuelven amargos.
EXPERIMENTOS QUE TE VUELAN LA CABEZA
Como hemos mencionado al principio, un elemento
que me encanta de este álbum y que considero un acierto es que “Libre” sea la
apertura, porque una canción tan diferente y con tanta personalidad funciona
como buena presentación de lo que podemos encontrar en las 14 canciones
restantes.
“La Suerte” presenta
una letra de una madurez y sabiduría sobresalientes, que cuestiona la
relatividad de la suerte, de la meritocracia, de las subidas y bajadas de la
vida y de cómo la verdadera suerte es seguir vivos con las personas a las que
amamos. Otro final apoteósico es introducido por unos teclados con un sonido
new wave - shoe gaze, que siendo ellos fans de New Order, The Jesus and Mary
Chain y The Smiths, no es de extrañar que estas cabezas de esponjitas que
tienen se hayan enriquecido también de esos sonidos e influencias hasta ahora
desconocidos en ellos. Unos agudos increíbles de Eva cierran esta joya de
canción y recuerdan a los de “En sólo un segundo”; esos agudos desgarradores
como colofón son un recurso que comparte con “Los Demonios Del Fuego”,
una canción que aparentemente puede sonar a los Amaral de álbumes más
recientes, con una instrumentalización brillante y una letra que es pura poesía
en cada verso.
“Rompehielos” fue
la primera introducción de los instrumentos de viento y ese sonido
reggae la hacen una de las canciones más arriesgadas de “Dolce Vita”, y a su
vez, un perfecto primer single para este álbum tan distintivo y con tanta
personalidad. A mí personalmente, esta canción ya me había ganado desde aquella
primerísima presentación en Sigüenza a un nivel que, si el resto del disco
hubiera sido un desastre (algo impensable, pero dejadme hacer el supuesto), la
mera presencia de esta bestialidad de canción, con su instrumentalización
sublime y letra reivindicativa, feminista y llena de fuerza y valor, ya lo
habría hecho uno de mis favoritos.
“Dolce Vita” da
nombre al álbum y sintetiza un poco todo lo anteriormente mencionado: Unos
arreglos de cuerda verdaderamente increíbles introduciendo el mensaje que da
sentido a este álbum, la intensidad de las percusiones
y de las guitarras en el 2.40, unidos a la voz de Eva en 2.30 y ese discurso que reivindica la belleza de la vida
y de lo natural la hacen una de las (muchas) joyas de este álbum.
“Hasta Que La Música Se Acabe”. Esas guitarras rockeras, el sonido punk y ese toquecito celta la van
a hacer una fan-favourite al ser la canción festiva del álbum, de las de bailar
con los amigos en los conciertos, y piensas, “bueno, que por fin una en la que
no voy a llorar, que me he puesto rimmel waterproof y no paro...” pero entonces
llega ese puente, la introducción de esos riffs contundentes dotándola de una
intensidad in crescendo que deja sin aliento, y que te hace tomar más
conciencia de la nostalgia por los tiempos jóvenes que transmite la letra. La
referencia a The Jesus and Mary Chain (y a mí que no se me escapa detalle,
parece que he encontrado respuesta a una dudilla que tenía!) y a sus inicios en
Zaragoza, cómo saben arañarnos el corazoncito! Tiene muchos elementos para ver
a más de uno cruzando la pista entera para ir a abrazar a los que han pillado
sitio en la esquinita contraria en los conciertos, así que, ¡paciencia!
Y ésta sería mi humilde reseña del que pinta ser mi disco favorito del grupo de mi vida (y es fuerte escribir las palabras “disco favorito” cuando les descubriste de niña y te hicieron sentir verdadera pasión por la música): Musicalmente impecable, unas letras maduras, llenas de sabiduría y contadas en forma de la más bella poesía, y una composición “SUBLIIIIIIIIIIIIIIIMEEEEEEE”.
Por Cris de Sevilla
Muy buena crítica. Gracias
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